Iris viste de negro
cuando se mira al espejo
nunca encuentra su reflejo.
Se tiñe el pelo
de amargura
y baja las escaleras
arañando la baranda
dudando de su cordura.
Pero cuando Iris habla,
todo el mundo calla,
lleva los bolsillos
cargados de palabras
las regala a quien quiere
y quiere a quien se las regala.
Y cuando vuelve a casa
casi siempre de noche
con el pelo enmarañado
a Iris nunca le falta
alguien a su lado.
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